“Tu padre está muy delgado, ¿ya come?, le pregunta Aurora. Y tanto, no veas qué tripa ha echado. Sylvia se preocupa por los dolores de la abuela, por si se aburre la jornada entera en la cama. Tengo visitas a todas horas, hago más vida social que cuando estaba sana, tu abuelo se desespera, ya sabes que no le gusta la gente. Eso le recuerda algo. Le pide a Sylvia que le saque unas entradas para el Auditorio. ¿Tú sabes hacerlo por teléfono? Pues claro. Yo es que me pierdo con esas cosas y tu abuelo no lo hará, que lo conozco.”
(David Trueba. Saber perder)