la gente

“Tu padre está muy delgado, ¿ya come?, le pregunta Aurora. Y tanto, no veas qué tripa ha echado. Sylvia se preocupa por los dolores de la abuela, por si se aburre la jornada entera en la cama. Tengo visitas a todas horas, hago más vida social que cuando estaba sana, tu abuelo se desespera, ya sabes que no le gusta la gente. Eso le recuerda algo. Le pide a Sylvia que le saque unas entradas para el Auditorio. ¿Tú sabes hacerlo por teléfono? Pues claro. Yo es que me pierdo con esas cosas y tu abuelo no lo hará, que lo conozco.”

(David Trueba. Saber perder)

reflejos

Se ha iniciado una danza extraña,
un tanteo,
una brisa suave
después del invierno.

Aguijones que activan y despiertan,
una espera esperada,
un moverse sin destino.

Hilos sueltos
que no conforman tejido,
palabras sin hueco,
reflejos que atrapan.

(Susana Vegas. Reflejos)

juego

Siento lo que decido sentir
en un mundo por mi creado,
pero en este juego vacío
aún me sorprendo luchando
contra lo por mí elegido,
doliéndome a la vez
de la decisión y su olvido.

(Susana Vegas. Juego)

desde allí

“En aquel momento, una explosión se produjo en el fondo de la caverna. Una nube de burbujas negras emergió a la superficie, fundiéndose en un espectro negro que reptó sobre las paredes de roca hacia la entrada en la cúspide de la gruta. La sombra se detuvo y los observó desde allí.”

(Carlos Ruiz Zafón. Las luces de septiembre)

burbujas

Burbujas sin control
descienden por mi espalda,
esquirlas de colores
que arañan mi piel.

Su ácida espuma
envuelve el aire,
dejando tu grito en suspenso.

El resto es silencio.

(Susana Vegas. Burbujas)

sin duda

“Los gallegos, sin duda, debían de provenir de espíritus del norte, porque habían hecho del frío el más cálido de los abrigos.”

(María Oruña. El bosque de los cuatro vientos)

el otro lado del mundo

“Esperé muerto de frío no menos de media hora. Alguien tenía que llegar, pues mi padre había avisado con un telegrama urgente a don Eliécer Torres Arango, un pariente suyo que sería mi acudiente. Pero lo que me preocupaba entonces no era que alguien viniera o no viniera, sino el miedo de estar sentado en un baúl sepulcral sin conocer a nadie en el otro lado del mundo.”

(Gabriel García Márquez. Vivir para contarla)

le hablé de los gatos

“Comimos tranquilamente escuchando discos. Mientras tanto, ella me estuvo haciendo preguntas sobre la universidad y sobre la vida que llevaba en Tokio. No era una charla muy interesante. Le hablé de los experimentos con gatos.

Mentí diciendo que no los matábamos, estaría bueno. Que, en su mayor parte, eran experimentos de carácter psicológico. Sin embargo, lo cierto era que yo, en dos meses, había matado treinta y seis gatos de todos los tamaños. Le hablé de las manifestaciones, le hablé de las huelgas. Y le enseñé uno de mis incisivos, que me había roto, de un golpe, un policía antidisturbios.”

(Haruki Murakami. Escucha la canción del viento. Pinball 1973)

no había duda

“Sola en su casa, sin ánimo para salir y con ese dolor de cabeza que iba y venía sin darle descanso, Patricia decidió dedicar el sábado a recuperar fuerzas. Se instaló en la terraza a hojear unas revistas de moda. No había llovido en toda la semana y el aire estaba seco y denso. Leyó un rato hasta que el sol comenzó a adormecerla, el cuerpo pesaba, se le cerraban los ojos y la revista cayó de sus manos.

En eso le llegó un rumor desde el fondo del jardín y pensó en el jardinero, un tipo testarudo, quien en menos de un año había transformado su propiedad en una jungla tropical, arrancando sus macizos de crisantemos para dar paso a una vegetación desbordada. Abrió los ojos, miró distraída contra el sol y notó que algo de tamaño desusado se movía en la copa del aguacate. Se quitó los lentes oscuros y se incorporó. No había duda, una sombra se agitaba allá arriba y no era parte del bosque.”

(Isabel Allende. Regalo para una novia. Cuentos de Eva Luna)

evolucionar

“¿Y por qué no han evolucionado los chimpancés y los gorilas tanto como lo hemos hecho los humanos?

Esa es una pregunta habitual, porque muchas personas piensan que evolucionar es hacerse humano, no hacerse gorila.”

(Juan Luis Arsuaga. Vida, la gran historia)

un mundo

Mirándote veo un mundo
en el que me siento extraña.
Un mundo en el que mi vestido,
mi trenza o mis sandalias,
contrastan con tu ropa planchada por otros.

Mi taller,
minúsculo de por sí,
se vuelve mareante cada vez que entras,
cada vez que tu hombro busca el mío.

Pero también noto,
soterrado,
el desagrado a manchar tus manos
con mis pinturas,
a mezclar tu colonia de marca
con los vapores de la trementina.

Y es justo eso,
te lo quiero decir pero no me atrevo,
lo que me separa de ti:
tu reserva provoca en mí un desconcierto
que me anula,
intoxicándome de inseguridad.

Mirándote veo un mundo
en el que no quiero entrar;
un mundo de aristas que duele
pero a la vez me espolea
a seguir trasteando con mis pinceles,
a seguir cubriendo lienzos
con colores que no entiendes,
pero a los que te acercas
cada vez más,
cada vez más…

(Susana Vegas. Un mundo)

la que habíamos liado

“Empecé a ser consciente de lo que había hecho por la noche, ya en el hotel. Cuando me eché en la cama, solo, casi de madrugada, con la medalla de oro en la mesilla de noche, me di cuenta de la que habíamos liado.”

(Saúl Craviotto. 4 años para 32 segundos)

incluyéndolos

“Claro, ahora yo era el monstruo. Tenía que mantenerme lejos de los olores que podrían disparar mi lado salvaje, en especial, de la gente que amaba, incluyendo a todos aquellos que aún no conocía.”

(Stephenie Meyer. Amanecer)

un algarrobo

“Lo veo revisando los nudos de la madera: sigue cada veta, detecta la fragilidad de la albura, acaricia con dedos expertos, dedos herramienta, detecta el punto de curación: su mano es más grande que la mía, sus dedos son más ágiles, más nudosos y fuertes, poseen una cualidad instrumental que los míos no tienen a pesar de haber trabajado siempre en esta profesión.

Los míos muestran otra blandura: aunque llenos de callos y durezas, mis dedos son carnosos, como es carnosos mi cuerpo, de siempre en la incierta frontera de la obesidad, mientras que el suyo tenía en la juventud la flexibilidad del junco (y su fondo, la turbiedad del pantano en el que los juncos crecen) y ahora ha adquirido la dureza e irregularidad de ciertos troncos especialmente nudosos, un viejo olivo, un algarrobo.”

(Rafael Chirbes. En la orilla)